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martes, 23 de abril de 2013

Muchas veces nos arrepentimos de decir cosas que quisiéramos haber guardado bajo la cerradura de los pensamientos... y con cosas, vengo a referirme a sentimientos, a derroches repentinos de palabras, de los que no se programan y salen del corazón. Otras, nos hacemos sentir culpables por haber callado demasiado y no haber sido lo suficientemente atrevidos como para afrontar un problema con algo más que tímidas miradas. En cualquier caso, palabras. Hoy todo gira en torno a esas palabras que, juntas, pueden hacernos respirar en un momento de asfixia. Esas palabras que una vez leímos y ahora las decimos, para causar el efecto deseado. Cada palabra exacta que pensamos, merece tener su protagonismo y ser capaz de expresar lo que con actos y gestos no conseguimos. Eso de "yo quiero actos, no palabras" parece ya un tópico al que aferrarse, porque nos da miedo la fuerza de los verbos conjugados en futuro, y nos gusta ganar tiempo. Hoy, por todos aquellos que le dan vida a nuestras ilusiones, por los que tiñen páginas en blanco de ganas de más, de pensamientos y conocimientos. Por los que se sientan sin ideas y son capaces de atravesar océanos llenos de palabrería, surcando cada ola hasta encontrar un bonito tesoro y hacerlo lectura. Por todos los libros que nos mantuvieron despiertos, en los que buscábamos ansiosos un alter ego. Por los que disfrutamos amando las palabras y sus efectos, ¡feliz día del libro! Porque una imagen no vale nada sin palabras que la revivan.

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