Reservo los derechos de autor al amigo de mi profesor, que hoy quiero compartir su Teoría de las Islitas con ustedes. Lo que les cuento, no es más que otro punto de reflexión de los muchos que tengo a lo largo del día y que, a lo mejor, como a mí, esta teoría os convierte en pensamiento andante durante un par de minutos. En la vida construimos islas, (islitas para hacer alusión al título); cuando somos pequeños, vivimos en la de los amigos. Pensamos que encajar y rodearnos de muchas personas puede darnos cobijo durante tiempo indefinido. Con el tiempo, nos mudamos a la Isla de la familia, un lugar para crecer con la mente, donde encontrar un modelo a seguir. Y finalmente, decidimos construir nuestra pequeña caseta nómada en en Isla del futuro, entre ceja y ceja fijamos lo que queremos ser en la vida, y caminamos absortos en dejarnos la piel para conseguir nuestra meta. Yo, personalmente, creo que me encuentro entre la segunda y la tercera isla. Pero hay más, claro que las hay... Y entonces, quien nos contaba esta historia sin sentido, nos anunció que todas estas islitas acaban por desmoronarse, por convertirse en arena, depositándose en el fondo que se encuentra bajo el mar; y llegará un momento en el que no te queden islas por recorrer, no habrá tan siquiera un descanso a la mitad del camino. Es entonces cuando nos toca construir una isla de la nada, dejarnos la piel en juntar todo lo que nos importa y saber encajar las piezas necesarias para que parezcan un puzzle bien hecho. Valorar lo que nos interesa y lo que no, lo que nos hace felices y asegurarnos en un lugar que no vaya a dejarnos a la deriva. Así, nos decía que no nos aferráramos a lo primero que cogiéramos cariño, que no confiáramos en la inestabilidad de lo inexperto, ni dejáramos tirado en la orilla aquello que después nos será realmente útil.
No sé en qué momento me tocará a mí abrir los ojos, y verlo todo con mayor claridad. De esos días en los que apreciamos que aquello que vivimos tenía más de real de lo que pudimos imaginar. Darme cuenta de que los problemas del día a día son insignificantes y que el verdadero amor lo llevan de la mano la familia y los buenos amigos. Y hay personas, que en el momento más inesperados te recuerdan que pintarse una sonrisa todos los días por encima de los problemas es la belleza más auténtica. Y que lo importante, aquí, solo somos nosotros.
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