
Hay ocasiones en las que te das cuenta de que las oportunidades van y vienen, pero nunca vuelven. Y así, una tras otra, yo voy rompiendo los estándares establecidos y no dejo de abrirte puertas y puertas, la siguiente más grande que la anterior ¿Quién no iba a acostumbrarse a una monotonía tan fácil? Si siempre consiguiéramos lo que deseamos, acabaríamos por cruzarnos de brazos y ver la vida pasar y secarse las gotas de sudor por nosotros. Por eso creo que, no siempre, pero a veces, conviene equivocarse y tomar un camino en círculos, que no nos lleve a ninguna parte. Dime qué clase de felicidad sería la nuestra si no aprendiéramos a valorar los momentos buenos, en los que tu nombre acaricia mis labios. De qué valdría una sonrisa si nunca llegó a existir una lágrima que nos enseñara el valor que tienen las carcajadas. No sé si me estáis entendiendo, me refiero a esos momentos en los que nos dormimos con un
y si en la cabeza, con un
sí y un no,
puede,
a lo mejor,
otro día... Todo eso de que si lo desaprovecho ahora mañana ya lo conseguiré, no es más que una fantasía. Y las fantasías, cuando crecemos, acaban por difuminarse en la cruda realidad. Si quieres hazlo ahora, o ahora, pero nunca me digas luego si desconocemos cuántos días, meses o años nos va a pesar haber desaprovechado una oportunidad.
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