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jueves, 1 de noviembre de 2012

Sentarse frente a esta pantalla en un día como hoy, es de las cosas más difíciles que existen. Quiero escribirlo todo pero, al mismo tiempo, no encuentro las palabras exactas para expresar esto que siento; no quiero que me molesten ahora, que estoy refugiada entre fotos y música de la de verdad, esa que está cargada de recuerdos. Muchas veces ignoramos sentimientos por pereza a tener que darles protagonismo, y hoy, también es día de que por fin, puedan florecer. No es que hoy me acuerde de ti más de lo que ya lo hago, es simplemente que el dolor puede a la fuerza y la impotencia a las ganas de no quedarme aquí sentada. Supongo que el hecho de no poder ir hoy a visitarte me pesa más que nunca. Te compraría mil flores, de todos los colores, para que no se olvide la luz que desprendían tus ojos. Dicen, que una persona demuestra su capacidad de superación cuando ser fuerte es su única alternativa; creo que el problema es que me sigo castigando por no querer darme cuenta de que quiero más opciones que el simple hecho de ser fuerte. Hay cosas que suceden sin ningún tipo de explicación, destrozan tu orden y te cambian la vida de un día para otro. Te sientes vacía y ves como el camino se te ha hecho cuesta arriba. Te das cuenta, de que las cicatrices que te han dejado permanecen aunque pasen los años. Pero creo que siguen aquí para recordarme que debo dar siempre un poco más de lo que la gente puede ofrecer y hacerle frente a cualquier amanecer. Es entonces cuando creces como persona, cuando caes en la cuenta de que todo pudo haber sido mucho peor, sentirte afortunada porque tu cicatriz sigue ardiendo cada día para recordarte que, en el fondo, sigues viviendo aquí conmigo. Feliz día de Todos los Santos.

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