Si la Navidad es la época más bonita del año es porque aún me sigo emocionando viendo estas fotos. Sigo sin entender que los años puedan hacer madurar el espíritu navideño de algunos, porque es el único momento en el que puedes volver a ser niño sin pecar de infantil. A todos los que se empeñan en hacerme creer que los Reyes no existen, que las cenas son tradiciones impuestas y que no hay que contar los días hasta Nochebuena con chocolatinas; a todos los que no entienden que las Navidades me han salvado de las lágrimas que se derramaron a lo largo del año, que siento que todas las sillas están ocupadas y que los recuerdos están tan presentes que parece que seguimos todos juntos. Mantenernos fuertes y vivir con la ilusión de hace tantos años me hace revivir capítulos que solo siguen existiendo en los álbumes. Por suerte a mi me sigue gustando ver cómo la decoración de la vitrina se convierte en bolas navideñas y muñecos de nieve. Por suerte sigue llegando a casa la magia y no se ha quedado encerrada tras la ventana. Y ya necesito que lleguen esos días en los que se regalan abrazos por momento, que me despierten villancicos, que olvidemos que llevamos una enorme carga a la espalda y que volvamos a ser cuatro.