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sábado, 17 de agosto de 2013

Don't worry. I'll kill zombies for you

A mí que me expliquen eso de que la distancia hace el olvido porque no me termina de entrar en la cabeza que una unidad métrica tenga más fuerza que un sentimiento. Pero lo cierto es que a todos nos ha pasado, las dudas vuelan, como pajarillos revoloteando sobre nuestra almohada, a modo de despertador constante; y no encuentras el botón para que deje de funcionar hasta que tomas una bocanada de aire y llenas los pulmones de paciencia. Y no niego que resulte difícil, pero es peor pecar de cobarde y crecer con la incertidumbre de lo que podría haber pasado si hubiéramos sido valientes como para aceptar retos en la vida. Aunque bajo mi punto de vista, cuando hay amor, la distancia y el tiempo pasan a tomar un papel secundario, priorizando a lo que estás dispuesto a soportar una ausencia para esperar su presencia. Puede que no todos tengamos la capacidad de darnos cuenta de que hay muchas distancias que acercan, que se comen el espacio y lo devoran, como si jamás volviéramos a probar bocado. Se comen el tiempo y el dolor y devuelven las ganas, y sobre todo, devuelven amor.

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