Pueden prometerse acciones, pero no sentimientos, porque éstos son involuntarios. Quien promete a otro amarlo siempre u odiarlo o serle siempre fiel, promete algo que no está en su mano poder cumplir; lo que puede prometer son actos o manifestaciones, que si bien ordinariamente son consecuencia del amor, del odio, de la fidelidad, pueden también provenir de otras causas, puesto que caminos y motivos diversos conducen a una misma acción. Pero las oportunidades marcan nuestra vida y con ellas, los sentimientos que nos impulsan a elegirlas. No me creo que no existan promesas de amor, ni que no podamos convertir un par de palabras en compromiso; creo que solo existen nuevos caminos que nos obligan a pausarnos y avanzar en otra dirección, a interpretar de una forma diferente lo que sentimos, incluso a darle otro significado. Y cuando queremos darnos cuenta, estamos prometiendo regalar más tiempo a otra persona, cuando ni siquiera hemos reventado el pacto anterior. Ahora mismo soy incapaz de imaginar mi vida sin seguir rompiendo las reglas de lo establecido y sin mantenerme firme entre tus labios y otros delirios.
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