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domingo, 27 de enero de 2013

Volvería a elegirte

A mi siempre me ha gustado interpretar los gestos de la gente y adivinar qué es lo que viene detrás de ese suspiro, ese pestañeo rápido o esa mirada fugaz. Y por eso te miro tanto, porque me gusta ponerle nombre a todo lo que piensas. Hasta ahora, pensaba que adoraba cada uno de tus gestos, pero me he dado cuenta de lo doloroso que es cuando dejas caer la mano sobre los ojos. Entonces todo mi mundo se tambalea, esperando no escuchar las próximas palabras que vas a decir. Entonces es cuando desearía no haber conocido jamás esos ojos para no tener que verlos ahora envenenados en rabia. Es como un pozo sin fín, que me sumerge más a cada intento de salir a la superficie; ahogando en el agua mis gritos y mis palabras, para dejarme muda. Ojalá supiera darte todo lo que me pides, o consiguiera borrar dos noches de innumerables preguntas; borrarlas hasta hacerlas desaparecer y no tener tus palabras clavadas a la piel, recordando lo enormemente dañino que puede ser un error. Me siento realmente indefensa si tus ojos no me regalan una dosis diaria de todo lo que necesito, que ahora mismo, no es más que un abrazo sincero susurrando un te quiero.

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