Páginas

sábado, 5 de enero de 2013

Me hacen gracia tus ganas de insistirme en una clase de escritura. Si te soy sincera, nunca creo que llegue a saber cómo enseñarte a hacer una tormenta de palabras que puedan dar lugar a un bonito escrito; porque lo que yo hago, es derrochar el alma en cada una de estas líneas. Colarme dentro de mi cabeza y amueblarla de tal forma que pueda ayudarme a poner un poco de orden a mis problemas. Lo que hago es colorear cada sentimiento con su carga emotiva; mirar a las personas hasta conocer cada gesto, escuchar el ruido cuando para el resto no hay más que silencio. Siempre intento ir un poco más allá de lo que podemos apreciar a primera vista. No creo que exista tecla en mi ordenador más utilizada que la que me permite borrar y empezar a escribir de nuevo. Hacer y rehacer constantemente, hasta que me doy cuenta de que lo único que nos impide escribir bien, es no sentir de verdad lo que queremos transmitir. Puedo ayudarte a ver la vida pasar a mi manera, pero no puedo enseñarte a expresarla con palabras ni a sentirla en verso; eso, como siempre te digo, sale desde el corazón.

Posdata: siempre voy estar en deuda contigo después del correo que recibí el otro día. Porque ahí, fuiste tú quien, sin yo perdirlo, me dio una lección de las buenas. Te quiero Miguel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario