Ojalá pudieras haber distribuido tantos besos en estos meses perdidos. Me hubiera encantado haberte sentido más noches a mi alrededor, calmando mis pesadillas y endulzando cada amanecer con el sabor de tus labios. Y aunque ahora quiera castigarte por todo aquello, solo una palabra me cruza fugaz la mente: inevitable. Eres inevitable para mí. Tan necesario como innecesario; pero que sigues aquí sin mover ficha, pendiente de qué numero me toca, para así saber si retroceder a buscarme o avanzar de mí mano. Cuando estamos juntos, marcas la diferencia de todo lo existente, rompes todos y cada uno de mis esquemas, sin excepción. Y me agobia el murmullo de los pasillos, clavándome la mirada en la nuca, como si no se las notara; como si no me diera cuenta de todo lo que pueden hablar, opinar, sugerir... Pero a decir verdad, estoy tan absorta en mí misma, que he optado por ponerle tipex a cada boca para así, por lo menos, tachar todo lo que no me gusta, y quedarme con lo que me proporciona seguridad. Veo gris; y a veces negro. No quiero hablar con nadie, porque no creo que a nadie le interese esta encrucijada de sentimientos arrepentinos. Y lo peor, es que no veo el final.
No hay comentarios:
Publicar un comentario