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miércoles, 13 de junio de 2012

Dime cómo tengo que decir adiós a todas esas mañanas piramidales. Cómo tengo que aforntar que no habrán más madrugones compartidos, que no me sentiré protegida por 14 brazos sobre mi espalda. Voy a buscar vuestras miradas en cualquier rincón, esperando encontrar una conexión directa sin tener que decirnos nada; quiero seguir añadiendo carpetas que pongan "facull", quiero tachar todas las cosas por hacer de la lista y hacer una nueva cada cuatrimestre. Dime, qué hay más bonito que ese amor recíproco que se crea de la nada y acaba siéndolo todo. Personas que en nueve meses acaban por ser la chispa vital que te impulsa cada día a querer bajar por esa rampa con fondo de océano. Quiero que los timbres del Russel Group me sigan despertando de siestas y terminar odiándolos a todos momentáneamente. Dime, cómo escribir un nuevo capítulo si me muero por seguir en este, por compartir años y años con ese tipo de personas que, a simple vista, pasan desapercibidas. Personas con las que tienes que convivir días y días para conocer sus rarezas, pero de las que acabas enamorándote. Y eso es justamente lo que he hecho, estoy perdidamente enamorada de vuestro cariño, del apoyo, de los momentos en la cafetería, de la confianza a ciegas desde el día cero, de tener esos amigos raros de los que nunca sentirse avergonzados,... No pienso olvidar cada una de las batallas que hemos compartido porque han hecho, de este año, el mejor de mi vida, el más perfecto. Las Russelas no se dan fácilmente por vencida, y yo soy una de ellas, aquí y en cualquier lugar.

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