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martes, 11 de febrero de 2014

Siempre pienso que sola, puedo mejor y más lejos. Bueno, siempre no; hasta el momento que me siento, y me doy cuenta de que no es malo pedir ayuda. Yo tengo un automático que salta a contestar "bien" a la pregunta "¿qué tal?"; lo he creado a modo de defensa personal, para evitar salir sin sonrisa en la memoria de alguien. Prefiero que me recuerden por lo que siempre luché a por las ganas que me quedaron por hacerlo. Hay días que parecen agujeros negros, porque ni la energía es capaz de mantenerse alejada; pero por la noche, las pesadillas se abrazan a las paredes, y poco a poco, se camuflan. En el fondo, por muy valientes que nos creamos, siempre tenemos a nuestro héroe escondido, con superpoderes, con ese peso brillante en la mirada, con el dominio de caricias y la fuerza secreta en la sonrisa. Quien te agota las carcajadas y recarga tu batería de recambio casi a diario, por si un día te da por alejarte de todos. Quien lucha todos los días por acompañarte en tu batalla personal y te susurra que no te rindas nunca.
Yo tengo el mío, ¿cuál es el tuyo?

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