Un hombre cuenta sus historias tantas veces que al final él mismo se convierte en esas historias. Siguen viviendo cuando él ya no está. De esta forma, el hombre se hace inmortal.
Sé que por mucho que pase no podré volver a verte sonreír; y es precisamente esa una de mis mayores penas. Sé que por mucho que te piense, no podré volver a verte caminar por el pasillo. Pero también sé que es la angustia por el paso del tiempo lo nos hace hablar del tiempo que hace. Conozco las consecuencias de días como éstos, en los que solo quieres ahogar penas en una taza de café y divertir a las agujas del reloj con monótonas muecas de dolor. Así que hoy quiero romper con lo preestablecido y echarte de menos no porque sea un día diferente, sino porque se ha convertido en un añadido más a mi persona. No quiero parar el mundo porque hoy piense el doble en ti; tampoco quiero que me recuerden por no haber ofrecido hoy mi sonrisa al mundo. Quiero seguir siendo esa persona con doble alma, la de todos los días. La que lleva doble corazón, la que se encarga de coger tus metas y llevarlas en el bolso, cual complemento, para irlas consiguiendo. Que las lágrimas de hoy, no son más importantes que las de cualquier día, pero sí escuecen de forma diferente sobre las cicatrices. Lo único que tengo claro es que ni la mayor de las justicias podrá pagarme por una injusticia tan grande. Y te echo de menos, más que ayer. Mucho más.
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