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sábado, 22 de diciembre de 2012


No me gusta leerte y darme cuenta de que todos mis intentos por dibujarte una sonrisa acaban siendo en vano. Ojalá supiera retroceder en el tiempo y recordarte aquellos momentos de verano en los que bebíamos a morro de la felicidad. Esos meses en los que nos hicimos cómplices de los buenos días y en los que quisimos fotografiarlo todo. Ojalá; porque me duele el alma de ver cómo te esfuerzas en levantar la cabeza cuando solo quieres echarte a rodar por el suelo, hasta que alguien te frene. Pero no te olvides de que en ese banco en el que te sientas estoy yo; están nuestras puestas en escena y los retales de cada anécdota. Ahí, en el respaldo, están mis manos, para arropar tu espalda cuando el frío de la noche te congele. Entre tus muchos bolsos, me llevas, como complemento, como elemento necesario en una mujer, como cada día desde que nos conocemos. Y hoy quiero decirte que, incluso desde la distancia, te pienso, y que nunca has dejado de sentir mi confianza. Vuelve a sonreir, que es la única manera que tengo yo de volverlo a hacer.

1 comentario:

  1. Ahora cada vez que vaya a llorar me acordaré de ti para no hacerlo. Te quiero mucho.

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