Cuando de verdad las personas te demuestran cariño, es cuando
merece la pena luchar por ellas. Cuando, aunque no se conozcan del todo, son
capaces de dar su brazo a torcer y ofrecer comprensión. Hay gestos que valen
más que mil palabras, el mero hecho de rodearte la espalda con su brazo, o
agarrarte la mano fuerte para que canalices tu rabia y no tengas ganas de salir
corriendo. A lo largo de la vida, entran y salen de tu vida muchas personas, personas
que a veces sobrevaloramos y les regalamos un sitio privilegiado y otras, a las
que menospreciamos por olvidarnos que detrás de su fachada, hay realmente
alguien que comparte problemas como los tuyos. Por eso, es difícil verte
rodeada de tanta gente de repente, sin saber en quién puedes confiar, a qué
puerta llamar para contar un problema o a qué abrazo acogerte cuando te mueres
de miedo. Por eso, valoro todas las buenas noches, los abrazos, el cariño, las veces que nos sentamos frente a frente para cansarnos de hablar, valoro hasta cuando me llamas sosa por enfadarme. Siempre se recibe algo a cambio cuando has ofrecido todo lo que estaba a tu alcance, por eso, te regalo tiempo; todo el tiempo del mundo para escucharte, reirme o simplemente mirar las agujas contar momentos mágicos. Te quiero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario